Hay sabores que nos llevan directos a la niñez, a las sobremesas de domingo, a las cocinas donde el tiempo parecía ir más lento. En Paterna, ese sabor tiene nombre propio: el Cachap. Un dulce sencillo, pero cargado de historia, tradición y mucho cariño, que ha conquistado a generaciones de vecinos y visitantes. Hoy, este pastel emblemático sigue despertando emociones, no solo por su sabor, sino por todo lo que representa para la memoria colectiva del municipio.
Un legado familiar que perdura en el tiempo
El origen del Cachap se remonta al siglo XIX, cuando la familia Monrabal empezó a elaborarlo en su horno de leña,Horno del Rosario, en pleno centro histórico de Paterna. Lo que comenzó como una receta casera se fue convirtiendo poco a poco en símbolo del pueblo, presente en fiestas, meriendas y celebraciones familiares.
Durante décadas, su venta se ha mantenido ligada a la pastelería tradicional de Paterna, conservando la esencia de su receta original y protegiendo el secreto de su sabor. Porque el Cachap, como todo lo auténtico, no necesita grandes artificios: solo respeto por lo artesanal y por la historia que lleva consigo.
¿Qué lleva un Cachap?
A simple vista puede parecer un bizcocho alargado y modesto, pero no te dejes engañar. En su interior guarda una textura húmeda y delicada, con un sabor profundo que recuerda a las recetas de las abuelas. Su masa se elabora a base de ingredientes humildes pero bien escogidos:cabello de ángel, azúcar, gelatina y una crema pastelera con receta secreta que marca la diferencia.
Una de sus particularidades más queridas es su corteza ligeramente caramelizada que cruje al primer bocado, dejando paso a un interior suave y fragante. No lleva ni cremas ni coberturas, porque su fuerza está en lo esencial: lo que se cocina con mimo y paciencia.
El dulce de las fiestas (y de cualquier día)
Aunque puedes encontrar el Cachap durante todo el año, es especialmente típico en las fiestas patronales de Paterna, en agosto, cuando las calles se llenan de pólvora, música y tradición.
No hay mejor forma de acompañar una tarde de verano que con un buen trozo de Cachap y un café con hielo, charlando al fresco. En invierno, va perfecto con una taza de chocolate caliente. Y en cualquier época, se convierte en ese pequeño capricho que te conecta con el alma del lugar.
Más que un dulce: un símbolo de identidad
Para los paterneros, el Cachap no es solo un pastel. Es identidad, orgullo local y memoria viva. Muchos recuerdan cómo sus abuelos lo traían a casa en fiestas señaladas, cómo olía la cocina cuando se horneaba o cómo se peleaban por el último trozo. Es un sabor que despierta emociones, que te hace sentir parte de algo más grande.
Por eso, si visitas Paterna, no puedes irte sin probarlo. Pregúntale a cualquier vecino: todos sabrán dónde conseguir un buen Cachap, y probablemente te cuenten alguna historia ligada a él.
Dulce final
Descubrir Paterna a través de su gastronomía es una experiencia que va más allá de lo culinario. Y el Cachap es su mejor embajador. Un dulce que ha resistido al paso del tiempo, sin modas ni reinvenciones, fiel a sus raíces. Porque a veces, lo más simple es también lo más auténtico.
¿Te animas a probarlo? Te avisamos: un solo bocado no será suficiente.